Egipto Mágico - Día 4

Día 4 - Lunes, 15 de noviembre de 2010

Hoy es el último día en el barco. Salimos por la mañana temprano como no puede ser de otro modo. Las maletas se quedan en la puerta porque ya no podemos volver a nuestros camarotes después de la excursión. Un minibús nos espera en la puerta del barco para llevarnos de un lado a otro. La primera visita que realizamos es al Valle de los Reyes donde vemos tres tumbas. Maite y Mario, una pareja de Lérida con la que hemos coincidido en todas las excursiones, le han dicho a Ana en qué sitios podrá entrar en el Cairo sin agobiarse mucho porque tiene claustrofobia, igual que Mario. En el Valle de los Reyes sólo hay una tumba que puede agobiar un poco, pero aún así Mario y Ana se deciden a entrar. Para llegar a esta tumba tenemos que subir por unas escaleras que parecen salir de la propia montaña. Una vez arriba hay una entrada con escaleras hacia abajo que lleva al interior de la tumba. Para que Ana no se agobie mucho decidimos dejarla hueco en la escalera tanto por delante como por detrás. En el interior hace mucho calor, pero no es nada que un buen abanico no pueda solucionar.

Seguimos la visita por el Valle de los Reyes viendo el templo Al-Deir Al-Bahari. Después de un rato de explicaciones a pleno sol, Aiman (en la foto de la derecha con carpeta naranja) nos da tiempo libre para las fotos. Creo que de los días que llevo aquí (aunque parezca que llevamos semanas, sólo llevamos días) hoy es el más caluroso de todos. Nos hacemos las fotos de rigor y cotilleamos por el templo antes de volver al trenecito que nos llevará a nuestro minibús. Paramos a comprar agua y coca-cola y por poco no nos llevamos el aplauso del grupo por llegar tarde.

El minibús nos deja en la orilla del río, donde cogemos una “patera” que nos acerca al templo de Karnak. Es un complejo muy grande lleno de unas columnas muy impresionantes y un par de obeliscos. La atracción principal es en un escarabajo gigante (el más grande encontrado hasta el momento) al que hay que pedirle un deseo y dar siete vueltas a su alrededor para que se cumpla. Después de hacer el ritual completo a Santi se le ocurre la feliz idea de hacer la conga alrededor del escarabajo. Silvia y Mara están de acuerdo con él al 100%, Potter se niega en rotundo y los demás nos mostramos de acuerdo pero con reservas. Comenzamos a hacer la conga, canción incluida, y después de la primera vuelta una señora nos regaña por no mostrar respeto. Lo cierto es que razón no le falta –la canción ha sido demasiado para mí también- pero ya está hecho y hay que apechugar.

A estas horas estamos bastante reventados. El calor es bastante intenso, hemos madrugado mucho y estamos cansados. La parte final de la excursión no la disfrutamos demasiado a causa del agotamiento. El último templo que visitamos es muy bonito también, pero lo vemos demasiado rápido por eso de que cuanto antes lo veamos antes nos vamos. En esos momentos lo que queremos es irnos a descansar.

La última parada la hacemos en una perfumería. Una pequeña encerrona para que compráramos perfumes, pero como nos metieron en una habitación bien iluminada, con aire acondicionado y con un refresco no nos importó demasiado.

De vuelta en el barco comemos en el buffet y nos hacemos con una de las habitaciones de cortesía que nos ofrecen. La 117 ó 116, no recuerdo bien. Nos duchamos y nos cambiamos de ropa todos en un tiempo record. Sandra y yo nos pasamos a recoger nuestras compras del día anterior a la tienda de Carlos. Está de resaca según nos cuentan las niñas de Málaga así que pagamos y nos marchamos sin mucho demorarnos. Como decía Aída, hoy no tiene el chichi farolillos.

Nos sentamos en el bar con Maite y Mario a charlar mientras esperamos a que nos vengan a buscar para ir al aeropuerto. Nosotros seis, Silvia y Mara volamos en un rato a El Cairo, pero Maite y Mario se van en dirección completamente opuesta. Nos despedimos de ellos cuando vienen a recogerles y nos quedamos los ocho hablando de lo que nos espera los próximos días. A nosotros vienen a buscarnos poco después. Un señor la mar de estresado nos acompaña en autobús al aeropuerto y nos ayuda a la hora de sacar los billetes. Yo voy tranquila, pero hay quien piensa que nuestras maletas no van a llegar ni de coña a El Cairo.

El vuelo es muy bueno. Tranquilo. Veo las pirámides por primera vez desde el aire pero son tan pequeñas que no me impresionan demasiado. Eso sí, alucino con el tamaño de la ciudad. Es de noche, por lo que lo único que se ve es la ciudad iluminada. Tanto mejor. Más bonito.

Cuando aterrizamos nos está esperando Mustafá para llevarnos al hotel. Mustafá es un chico jovencito, muy elegante, que nos deja en el hotel y dice que vendrá a buscarnos al día siguiente a las 8 de la mañana para dejarnos de nuevo con Aiman, que no ha podido volar con nosotros, para ver las pirámides. Nos llevan de nuevo a los ocho en un minibús hasta el hotel. Llegamos con ganas de comernos el mundo, pero cuando ponemos los pies en el hotel nos da el bajón y lo único que nos comemos es un sándwich, malo con avaricia para más señas, del servicio de habitaciones mientras vemos Destino: España en la 1 internacional. Nos damos una ducha rápida y nos metemos en la cama. No recuerdo el momento en que pongo la cabeza en la almohada.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Definitivamente fui muy valiente metiendome en la tumba esa, ¿a que si?