Egipto Mágico - Día 3

Día 3 - Domingo, 14 de noviembre de 2010

Hemos dormido algo así como seis horas. Llevamos sólo un día haciendo excursiones y parece que llevemos una semana entera. Nos levantamos temprano para poder visitar el templo de Edfú a primera hora y poder llegar antes a nuestro destino de hoy. Aiman se curra la explicación del templo utilizándonos a la gente del crucero como protagonistas de la historia de Horus y Seth, los dioses del bien y del mal. Después tenemos tiempo libre para cotillear el templo y hacer fotos.

Algo que me llama mucho la atención es que, según la historia, los cristianos que llegaron después de que el templo fuera construido quisieron eliminar las imágenes religiosas (según ellos paganas) de la manera más absurda. Primero destruyeron sus caras para que no les pudieran mirar, más tarde decidieron que destruirían los pies para que las imágenes no pudieran andar y atraparles, y por último destruyeron sus manos por miedo a que pudiesen agarrarles y hacerles daño. El resultado de tanta ignorancia podéis verlo en la foto de la derecha.

A la salida del templo nos pasamos por alto el mercado por miedo a que nos atosiguen. La experiencia de anoche nos ha dejado muy marcados a todos y no nos sentimos con fuerzas de repetirlo por ahora. Llegamos casi corriendo al autobús y cogemos sitio mientras esperamos a los estadounidenses que llegan tarde. Siguiendo con la costumbre de aplaudir a los más tardones decidimos que los americanos se tienen que llevar una ovación cuando suban al autobús. Como ya nos conocen de la noche anterior reciben los aplausos divertidos y con resignación.

Cuando llegamos al barco nos enseñan una muestra de las pulseras, colgantes y demás abalorios que vende Carlos -estoy segura al 120% de que no es su verdadero nombre- en la tienda del barco. Casi todos queremos un recuerdo de Egipto y teniendo en cuenta la experiencia de anoche no queremos arriesgarnos a comprarlo fuera. Nos sale más caro que en la calle, pero a mí no me importa. Los demás prefieren no pensar en ello. Sandra, Mara, Silvia y yo nos tiramos un buen rato negociando los precios con Carlos hasta que cada una cosigue su "precio especial" Cuando terminamos subimos a cubierta y nos tiramos en las tumbonas a no hacer nada durante un rato. Intento bañarme en la piscina un rato, pero la temperatura del agua parece una broma de mal gusto y no aguanto mucho dentro.

Después de comer tenemos que pasar la esclusa, lo que provoca que nos retrasemos mucho en nuestro viaje. Aquí dos cosas llaman mi atención: una, otra vez los niños que les ves que hacen cualquier cosa por una moneda o por algún regalo (en la foto de la izquierda se les ve en el agua al lado de nuestro barco pidiéndonos a los turistas). Y dos, el funcionamiento de la esclusa. Nunca había visto cómo funcionaba y me pareció muy curioso (Otro día intentaré subir los vídeos porque hoy lo he intentado y no me lo permite)

Después de pasar la esclusa nos tumbamos para disfrutar de los últimos rayos de sol del día y merendamos en cubierta. Aiman nos comenta la posibilidad de hacer una excursión nocturna por Luxor y nos apuntamos todos. La excursión incluye desplazamiento hasta el centro, paseo en calesa por un mercado y té y cachimba en una tetería. El paseo en calesa es de lo mejor que he visto hasta ahora. No me arrepiento para nada de haber cogido la excursión (a pesar de que nos han timado con el precio) porque gracias al paseo vemos Egipto en estado puro. Sus gentes, sus miserias y su forma de vivir.

Nos acostamos otra vez tarde sabiendo que mañana tenemos que madrugar de nuevo. A este ritmo no sé si llegaré al viernes que viene.

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